
Durante estos días en Roma hemos podido sentir
la presencia de cerca de un millón de personas venidas de todo el
mundo y que se daban cita para celebrar un acontecimiento esperado
por todos, la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II, dos de
los papas más influyentes de los últimos cien años de historia de
la Iglesia. El primero porque tuvo la clarividencia de convocar el
Concilio Vaticano II, por el cual la Iglesia se pronunció con
claridad sobre su identidad y su misión; el segundo nos regaló un
testimonio de entrega total durante un largo pontificado marcado por
su misión ad extra.
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Casi un millón de fieles abarrotaron la plaza de San Pedro |
Más allá de
estas curiosidades, cabe destacar que la organización de esta
"macro-celebración" discurrió con mucha normalidad pese
al gran número de participantes y la infinita lista de jefes de
estado y representaciones diplomáticas. En este sentido, es normal
que el Papa Francisco quisiera agradecer públicamente a todas las
autoridades, asociaciones y voluntariado la ardua labor desempeñada
para crear un clima de fiesta ordenada tal y como lo hemos podido
percibir.
En definiva, una hermosa experiencia que los
que estamos habitualmente en Roma hemos podido compartir con nuestro
Arzobispo y con algunos sacerdotes y laicos que también han querido
celebrar esta gran fiesta de la fe, la canonización de dos
bautizados que han llegado a ser elegidos Papa... y ahora los
contamos entre los numerosos santos y santas de Dios.
Óscar Valado, sacerdote de la Archidiócesis de Santiago de Compostela ampliando estudios en Roma.